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Mojave 3 – Excuses for travellers

3 julio, 2022
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Continuamos con una entrega más de la serie oculta dedicada a los discos que más nos han acompañado en nuestras largas vidas. Hoy viajamos al año 2000 y a la ciudad de Cornwell para encontrarnos con Mojave 3, una banda cuya trayectoria ha girado siempre alrededor de la pareja formada por Neil Halstead y Rachel Goswell.

“Excuses for travellers” es el tercer disco de la banda, formada en 1995 justo después de la (primera) separación de Slowdive. Editado en el año 2000 para 4AD, es un disco de una belleza tal que en muchas ocasiones duele de verdad al escucharlo. Además de Neil y Rachel, en el disco aparecen acreditados Ian McClutcheon (batería, miembro de la banda desde su formación), Simon Rowe (guitarrista) y Alan Forrester (teclista, los dos incorporados al grupo después de la grabación de su primer disco). El disco fue producido por Mark van Hoen.

Arranca con “In love with a view”, una canción maravillosa que nos lleva desde la calma de los primeros versos a la tormenta guitarrera del puente de la canción, tormenta que luego nos devuelve de nuevo a la calma para terminar con unos versos, de nuevo calmados, que nos hablan de nostalgia y de recuerdos de un amor que ha quedado en el pasado.

Sigue “Trying to reach you”, una de las canciones más hermosas que he escuchado nunca, que habla de amores imposibles, con un estribillo desgarrador: “Finding an easy way to break your heart, finding the hardest part is leaving”. A día de hoy aún me es imposible escuchar esta canción sin llorar a moco tendido.

“My life in art” es un poema, que podríamos atribuir casi a alguno de los grandes poetas norteamericanos, como Whitman o T.S. Elliot. Los versos van circulando sobre una delicadísima y tristísima melodía, como un vagabundo arrastrándose por los bulevares de una gran ciudad, preguntándose qué es lo que le ha pasado para acabar ahí.

“Return to sender” es un pequeño oasis de alegría, que habla de un amor que aunque no es correspondido todavía mantiene la ilusión de hacerse realidad. El piano y el ritmo agradable nos hacen pensar en algún baile del Oeste americano, en el que las miradas se cruzan y uno se agarra a cualquier esperanza.

Con “When you’re drifting” Mojave 3 parecen irse a visitar a los Carpenters; el juego de voces es sublime y la trompeta eleva su lamento por encima de cualquier otra cosa. “Al final parece todo fuera de lugar, cuando has quemado todos tus puentes y te has quedado solo, alejando de tu vida a todo aquel que te quiere”.

“Anyday will be fine” es un amanecer, un amanecer atrapado en esos primeros versos que súbitamente nos llenan de luz y de amor: “I love the sun and the hi-lights in your hair”. La canción continúa desprendiendo un brillo cegador, en un estallido instrumental que aparece pocas veces a lo largo del disco.

“She broke you so softly” es una especie de romance, a ritmo de vals, que describe a alguien con otro estribillo inolvidable: “And still you talk soft, so desperate and kind, so pure and so pointless, so helpless and blind”.

“Prayer for the paranoid” es la última del disco compuesta por Halstead (todas las anteriores son suyas). Viajando a través de una hermosísima melodía, y acompañada por unos arpegios de guitarra sencillos y sutiles, la canción podría ser una oración que el autor entona por sí mismo, quizá para un dios que no le va a escuchar.

“Bringin’ me home” lleva la firma de Rachel Goswell, y su voz es la que la protagoniza, recordándonos a las grandes cantautoras de los ochenta. Rachel nos habla aquí de un estado de tranquilidad y de serenidad al que podemos llamar hogar.

Finalmente, “Got my sunshine” cierra el disco. Es la única compuesta por Ian McClutcheon, y consiste en un maravilloso gospel que nos inunda de esperanza y cierra el disco con un arcoiris de voces maravillosas y vientos maravillosos y paz y esperanza…

No podemos olvidarnos de comentar la portada, un hermoso dibujo de una gran simpleza pero de una potencia abrumadora.

Instrumentalmente, “Excuses for travellers” es limpio y brillante, luminoso y cristalino. Las voces de Neil y Rachel se combinan perfectamente para transmitir esa enorme melancolía, las guitarras lloran y acompañan a la vez y los arreglos encuentran el hueco perfecto que llenar a cada momento, sonando exactamente donde y cuando es necesario. Las melodías brillan e iluminan y las letras nos hablan al corazón y nos abrazan, recogiendo pequeñas lecciones de vida en frases pequeñas pero llenas de significado. Con todos esos elementos, no es difícil entender por qué este disco nos emociona de una manera tan profunda, aún hoy, más de 20 años después de su publicación.