Sigue aumentando la lista de grandes figuras de la música pop del siglo XX fallecidas en los últimos meses. Pero quizá la muerte de Andy Rourke, producida ayer y anunciada por Morrisey y la familia de Rourke, sea una de las que nos haya tocado más de cerca.
Llevo escuchando a The smiths desde el instituto, es decir, durante más de 30 años. Y si quizá nunca han estado en mi top 3, ni en mi top 5, sí que tengo que decir que de vez en cuando necesito hacer una “semana Smiths”, y me recorro sus discos disfrutando de la magia melódica de la voz de Morrisey, de sus letras impecables, de la guitarra imposible de Johnny Marr, y de la sección rítmica que consiguieron construir, de manera enormemente personal e irrepetible, Andy Rourke y Mike Joyce.
Aunque es cierto que en realidad ya hace mucho que no hay “The smiths”, y que tampoco puedo decir que haya seguido la carrera de Rourke después de la disolución oficial del grupo, la noticia de la muerte de Rourke nos toca de una manera especial. Toca, por supuesto, otra “semana Smiths”, y ya no será igual.
