Solo una persona excepcional como Sinéad O’Connor podría prácticamente despedirse de nosotros dándonos las gracias. En lo que seguramente será una de sus últimas actuaciones en televisión, O’Connor interpretaba esta canción incluida en su disco de 1994 “Universal mother”, uno de sus discos de más éxito.
Aquella que fue injustamente destrozada por la opinión pública simplemente por atreverse a decir lo que pensaba y a condenar lo que fueron horribles crímenes amparados por la iglesia, aquella que fue juzgada, escrutada, odiada, rechazada; aquella que construyó una imagen de integridad y de valentía que se ganó enemigos entre las mentes más pequeñas, se despedía de nosotros diciéndonos “gracias por escucharme, gracias por amarme, gracias por no abandonarme, gracias por estar conmigo, gracias por no hacerme daño, gracias por ayudarme”. Pero quizás lo importante de la canción esté en la última estrofa: “gracias por romperme el corazón, gracias por destrozarme, ahora tengo un corazón fuerte, gracias por romperme el corazón”. Única e inigualable, por siempre.