Este miércoles 26 de julio nos acostábamos con una noticia terrible: la muerte, a los 56 años, de la cantante irlandesa Sinéad O’Connor. Finalmente, una vida terrible, llena de dificultades, de enfermedad y de tristeza, llegaba a su fin antes de tiempo.
Sinéad O’Connor es uno de los pocos nombres que nos vienen a la cabeza cuando alguien habla de valentía y de integridad. La cantante siempre fue valiente a la hora de defender sus ideas, de comunicar aquello que ella quería comunicar, de condenar todo aquello que debía ser condenado. Fue valiente e íntegra, y defendió la justicia por encima de todo, por encima de ella misma, sin miedo a afrontar las consecuencias de hacerlo. Nunca una artista tan comprometida con la justicia y tan valiente ha sido tan maltratada, tan enterrada, tan injustamente olvidada como Sinéad O’Connor. Ella misma, en el documental de 2022 “Sinéad O’Connor: Nothing Compares”, dice algo así como “cuando uno está del lado de la justicia no debe tener miedo a decir lo que piensa”. Muchos otros no han entendido este concepto.
Fue madre joven, defendió el derecho a decidir en libertad (respecto al aborto), condenó el racismo, condenó los atentados del IRA, y sobre todo hizo pública su condena a la iglesia católica, en especial a la iglesia irlandesa, por la multitud y enormidad de crímenes cometidos bajo su cobijo durante décadas; muchos años después, muchos de los que la lincharon por esta condena han acabado pidiendo perdón a las víctimas por todas las atrocidades que O’Connor denunció, y aún falta mucho por escuchar.
En lo musical, la carrera de la artista es larga y enormemente interesante, siempre alrededor de una voz y de una forma de comunicar que ya son inolvidables. Diez discos, desde el sorprendente “The lion and the cobra” (1987), que todavía guarda tesoros que recuperar, hasta el último, “I’m not bossy, I’m the boss” (2014). La cantante había anunciado nuevo disco para 2022, “No veteran dies alone”, pero este disco nunca llegó a hacerse realidad. Una carrera que lógicamente va mucho más allá del “Nothing compares 2U”; sin embargo, creo que es esta la canción que debemos elegir para esta despedida, por muchos motivos.
Uno, es una canción que habla de la pérdida; en ese mismo documental Sinéad O’Connor habla de que grabando el video de la canción aún no había superado realmente la muerte de su madre, ocurrida dos años antes. Dos, la imagen de Sinéad O’Connor mirándonos fijamente llorando (y de esta manera dejando atrás) esa pérdida es una de las imágenes inolvidables de la historia de la música pop del siglo XX. Y tres, que (aunque es cierto que no es una canción suya) es una canción enorme.
Que la tierra te sea leve, Sinéad; al cielo ya sabemos que no vas a ir, ni falta que hace.