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La buena vida – Los mejores momentos

3 mayo, 2022
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Pues vamos a seguir consolidando esa sección no declarada en la que recuperamos viejos discos, que han sido importantes para nosotros, y les escribimos una reseña a destiempo. En esta ocasión, el segundo disco de La buena vida, conocido como “Los mejores momentos” (aunque oficialmente es un disco sin título), protagonista de muchas tardes de música en la casa del Octopus.

SITUACIÓN: curso 1994-1995, en realidad principios de 1995. Mi pandilla de la universidad me regala este disco por mi cumpleaños, conocíamos por supuesto a La buena vida a través de Disco Grande pero es el primer material del grupo que tenemos. Poco después, tocan en el Planta baixa; el shock es total, prácticamente podrían ser varios compañeros de clase que se han juntado para tocar en el auditorio de la escuela, su imagen no puede ser más alejada del “rock system”, pero a los pocos segundos nos tienen a todos enganchados, enamorados, perplejos ante algo que no habíamos sentido nunca.

Sobre este disco y sobre La buena vida en general han corrido ríos de tinta en este país, así que poco podemos aportar nosotros que sea novedoso. Siempre se comentaba que hablaban de cosas cotidianas de la vida, y que ese era su encanto. Obviamente hablan de cosas cotidianas: prácticamente todas las canciones hablan de algo que cualquiera ha vivido y sentido; enamorarse, hacerse ilusiones, disfrutar esos primeros paseos juntos con miedo a que el hechizo desaparezca, decepcionarse cuando aquello no funciona como esperábamos… La verdadera magia de La buena vida es que ellos lo cuentan con una sencillez abrumadora, no hay nada rebuscado, no hay nada forzado, no hay nada estridente. Las palabras que usan para contarnos cómo somos son exactamente las mismas palabras que nosotros utilizamos para expresar nuestras dudas y nuestros miedos. Y eso es mágico.

“Los mejores momentos” se grabó en agosto de 1994 con Iñaki de Lucas, en Donostia. Los componentes del grupo, aquellos que construyeron una trayectoria impecable durante más de 10 años: Irantzu Valencia, Mikel Aguirre, Javier Sánchez, Borja Sánchez, Raúl Sebastián y Pedro San Martín. La portada, de Javier Aramburu, hermosa y elegante, sencilla y aristocrática a la vez. Dentro, canciones como “Los mejores momentos”, cuya guitarra acelerada y luminosa avanza que todo lo que va a venir después va a a ser bueno. Como “En hora buena”, una de las canciones más hermosas que he escuchado nunca. Como “A cielo abierto”, también acelerada. Como “Un vestido de tul”, otra preciosidad llena de ingenuidad y de calidez. O como “Detectives”, la única que se aparta un poco de la temática del disco, y que cuenta una pequeña fábula moderna, con unos arreglos y una melodía que ahora, 30 años después, diría que entronca perfectamente con El niño gusano, otros magos del pop nacional.

Hemos seguido, lógicamente, la carrera y los discos de La buena vida a partir de éste. No nos ha coincidido verlos en directo muchas más veces. Y obviamente luego llegaría “Qué nos va a pasar” y la cumbre de un grupo maravilloso e imprescindible. Pero volver a escuchar este disco de vez en cuando me sigue haciendo muy feliz.